Santiago de Compostela

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No sé si es que me lo parece o que se nota más cuando uno va y vuelve que cuando está allí. Santiago sigue siendo la ciudad acogedora, hechizante y mágica que te rompe el corazón cada vez que te marchas (siempre para volver pronto, siempre), pero corre el riesgo convertirse en un lugar tan turístico y limpito que le cambie el carácter y pase a ser como esas señoritas guapiñas, capitalinas del norte, de mírame y no me toques. Aunque no todo está perdido, sitios como el Ourense, el Orella, el Gato Negro, Concheiros y la pulpería de Conxo siguen igual que hace 30 años.

Esto viene a cuento de que la última vez que intenté hacer fotos de arte urbano por Santiago, al final tuve que volver a lo mismo que ya había fotografiado en otras ocasiones. Salvo alguna excepción, la ciudad estaba llena de manchones de brochazos beige y blanco tapando firmas, plantillas y graffitis. Parecía que regalaban pintura a granel para blanquear TODO, demasiado impoluto para mi gusto.

Así que en las fotos van mezcladas con cosas antiguas y nuevas, espero que algunas aguanten una temporada. Mientras siempre nos queda Portugal.

De lo mejor: Sam3